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viernes, 8 de enero de 2010

Relaciones familiares: Mi abuela (II)

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A mi abuela se le acabaron las ganas. Lo dice ella, está cansada. Ella también tiene sus años y con mi papá tenemos miedo que se termine enfermando, por lo que de vez en cuando amenazamos al viejo con que si a mi abuela le pasa algo lo metemos en un geriátrico.


Por lo años a cuestas y la situación las malas características de su personalidad se acentuaron. En honor a la verdad, debo decir que es muy criticona. En especial conmigo. Y con su nuera, mi mamá, también.


Mi vieja es una santa que le banca todo. Hace más de 25 años que mi vieja tiene otra madre, una que la trata y acompaña de una forma que su madre biológica nunca supo hacer. Ellas se adoran.


Pero como decía, mi abuela critica todo. No es una persona negativa, pero sus frases empiezan siempre con un NO. No te escucha, no te deja hablar, no le gusta que la contradigan. Cuando algo no le gusta, o sea, el 95% de las cosas, lanza una onomatopeya que consta de una eme sostenida. Un largo mmmmm con gesto de asco. Debo decir que es bastante molesto, aunque yo también lo haga…


Esta abuela tan peculiar tiene también la particularidad de hacer comparaciones odiosas.

Para ella todo lo que le pase a cualquier ser humano que no sean mis viejos o yo está perfecto, es genial y único.

¿Sabias que fulanito, el nieto de mi amiga Chola, se recibió con honores de Sarlanga y está trabajando de jefe de sarlangas en Quecarajomeimporta S.A.?

(Ah si? Mirá vos que bueno… Yo en cambio soy una inepta, que terminé de carrera porque los planetas se alinearon pero no me recibí todavía así que soy “nadie” y mi laburo es un desastre, pero porque no doy para más, obviamente.)


Y todo lo que se refiera a mis tíos y/o primos es por decantación mejor que lo mío.

No sabes el departamento que se compro tu tío… Herrrmoso, el living es el doble que el tuyo.

(Claro, no vaya a ser cosa que sea la mitad… A parte eventualmente será para alguno de mis primos y ellos no pueden terminar en un hogar más pequeño que el mío bajo ningún punto de vista!)


Estos comentarios me molestan sobremanera y me traumaron durante mucho tiempo. Sentía que nada de lo que yo pudiera hacer llegaría a satisfacerla al punto de sentir orgullo por mi. Pero me equivocaba.

Por esas vueltas de la vida terminé escuchando más de una vez de boca de sus amigas cómo ella hablaba de mi, de lo bien que me iba en la carrera, de mis esfuerzos por estudiar y trabajar a la par, de la mala suerte que siempre he tenido a nivel laboral pero que aun así era una buena hija que ayudaba a sus padres económicamente, que nunca les llevé un disgusto, que tenía lindas amistades. Hablaba con orgullo de lo linda que soy, flaquita y chiquita, un clon de ella en su juventud. También contó con alegría cuando me independicé de mis padres y mi reciente adquisición, mi primer autito.


Ella es tres personas en una. Cuando esta sin mi, cuando estamos juntas y hay más personas y cuando estamos solas. La primera habla de mi con orgullo y satisfacción, la segunda es criticona y desgastante y a la tercera la amo por sobre todas las cosas, porque es además de mi abuela, mi amiga y compañera.


El tema es que la visión que tienen los que me acompañan en el camino de la vida es de la segunda, entonces cuesta entender que le banque todo. Charly no comprende cómo la dejo meterse “tanto” en mi vida, como discutimos y aun así la sigo llamando y le permito opinar. Él asume que lo hago porque debo sentir algún tipo de deuda con respecto al departamento (que es en cierta forma suyo) pero no pasa por ahí, ni por sus atenciones, ni nada relacionado a lo económico. La deuda que yo siento con ella es por la forma en la que me crió, cómo me acompañó siempre, cómo estuvo cada vez que la necesité. Ella no enseñó con palabras, sino con actos. Detesto cuando la gente me dice que soy igual a mi viejo, eso es mentira, soy una combinación de las dos mujeres más hermosas del mundo: mi abuela y mi vieja. Las cosas malas que tengo las habré sacado de otro lado…


Cambió pañales, dio mamaderas, hizo comidas, enseñó a viajar en colectivo, me llevó de compras, de paseo, de vacaciones, me apoyó en todos los momentos difíciles de mi vida, escuchó llantos, reproches, injusticias.

Hoy la que pasa un mal momento es ella. Cómo no estar a su lado? Cómo no apoyarla? Cómo no ajustarme a sus caprichos? No podría, ni ahora ni nunca, darle la espalda a esa mujer que caminaba adelante para guiarme, a mi lado para acompañarme y atrás para sostenerme. No por deuda, sino por amor.


Que los años no pasen tan rápido, por favor, no se que haría sin ella...

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