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viernes, 22 de enero de 2010

Los Hombres de mi Historia: Mi primer amor se extinguió

Llegué a mi casa y lo encontré preocupado, triste. Volvió a pedirme perdón, vaya una a recordar por qué y a repetirme sus eternas promesas de cambios, que me amaba, que no podía vivir sin mi y que no me quería perder.


Los años juntos pesaban. No recuerdo si realmente yo lo amaba todavía, pero lo perdoné, creyendo una vez más en sus promesas y esperanzada por el cambio. Cuando todavía estaba en el secundario y discutíamos por su actitud tan pasiva ante la vida yo le decía que se cuide, porque cuando empezara la carrera conocería gente nueva y podía llegar a llamarme la atención algo diferente. Que profética… Pero mejor no me adelanto…


En resumen, ante su llanto y su insistencia lo perdoné y seguimos algunos meses más.


Para cuando estaba promediando el invierno en la casa de sus padres comenzaron las refacciones, entonces Juan le cedió su cuarto a las hermanas y se instaló en mi casa. No molestaba demasiado, se iba temprano a laburar a la mañana, después a la facultad y yo hacía lo mismo. Después me pasaba a buscar por la facu y volvíamos juntos a mi casa. Esto habrá durado cosa de mes y medio y ahí salieron a flote nuevamente los problemas.


Un día lo note frío. Y al siguiente también. Y las cosas comenzaron a estar realmente mal. Recuerdo que tuvimos una discusión una noche de viernes y él no tomó su postura habitual de calmar las aguas y pedirme perdón. Agarró sus cosas y amagó a irse. Llorando le pedí que no lo haga y me costó convencerlo pero se quedó.


Al otro día yo rendía un examen por la mañana y me acompañó. Estaba hecho un témpano, casi no me hablaba y cuando lo hacía le faltaba cariño a sus palabras. Algo no andaba del todo bien…


Nosotros éramos de las parejas que están todo el tiempo juntos, pero a partir de ese día las cosas cambiaron. Una noche se fue a comer a lo de su abuelo y volvió de madrugada, otro día se levantó super temprano para ir al gimnasio, y así pasaron cuarto o cinco días en los que casi no nos vimos. Entonces pensé que tenía que hacer algo, porque lo estaba perdiendo. Solo se me ocurrió hacer lo que siempre me había resultado: amenazar con dejarlo.


El jueves siguiente en vez de ir a buscarme a la facultad Juan lo hizo mi viejo. Cuando me subí al coche le pregunté si Juan estaba en casa. Me dijo que no. Que había ido a buscar sus cosas y dejó dicho que volvía cuando yo llegara para hablar conmigo.


Se me vino el mundo abajo. Llegué a mi casa y atosigué a preguntas a mis padres, pero no sabían más que lo que ya me habían dicho. Cenamos, o es una forma de decir, porque tenía un nudo en el estomago que no me dejó pasar bocado.


Al rato llegó Juan. Nos quedamos solos en la cocina. Me saludó con un beso en la boca y me preguntó si mis viejos me habían dicho que él se había llevado sus cosas. Le dije que si y le pregunté por qué.

- Porque necesito un tiempo, tengo dudas…

- Dudas de qué? No me querés más?

- Si te quiero, pero creo que necesitamos un tiempo separados.

- Pero qué es un tiempo? Sabés que nunca creí en los tiempos. Es realmente un tiempo o es definitivo?

- No lo se…

Y ahí se me empezaron a caer las lágrimas.

- Bueno me voy - Me dice

- No, no te vayas así, no me podés dejar así con todas estas dudas…

- Me tengo que ir, ya me llevé mis cosas

- La compu también? – Pregunté, ya que unos meses atrás me había regalado una.

- No, la compu fue un regalo.

- Está bien, me vas a llamar?

- Si, pero necesito unos días.

Yo seguía llorando. Se acercó, me dio un beso, nos abrazamos y se fue.


Esa fue prácticamente la última vez que lo vi, porque las demás no cuentan. Lo llame unos días después y no me atendía, entonces probé al teléfono del trabajo y me volvió a decir que necesitaba tiempo. Nunca me llamó.


Días después supe que había conocido a una morocha de ojos verdes, altísima y con tetas a estrenar. Nada de lo que tengo yo por supuesto. Ella era un clon femenino suyo. Juan en los últimos años se había vuelto muy obsesivo del cuerpo y la imagen, un metrosexual al 100%. Creo que llegó un momento en el que pensó que yo era muy poco para él.


Durante algunos meses supe de él por amigos en común, que aunque les pedía que no me cuenten, al principio porque me hacía mal y luego porque no me interesaba, siempre se filtraba alguna información. Recibí amenazas de sus hermanas que nunca me quisieron demasiado y ahora eran libres de cagarme a trompadas. Supe que me andaban buscando por el barrio, por lo que opté por dejar el gym ya que ellas iban al mismo e incluso dejar de salir por las calles de mi zona. Gracias a dios a estas chicas no les gustaban los bares y boliches de Palermo que suelo frecuentar hasta el día de hoy.


También llegaron llamados del padre de Juan a mi papá, pidiendo una cita para conversar sobre mi. No tengo idea sobre qué, porque mi papá se negó e hizo bien. Incluso un día Juan me esperó a la salida de la facultad con 4 monos de su tamaño para “convencerme” que le devuelva la computadora. El día que se fue se la ofrecí y se la hubiera dado de mil amores, pero en ese entonces, después de ver su cobardía de nunca haberme llamado, de no haberme dicho la verdad, prefería tirarla por el balcón antes que devolvérsela. A parte él había sido claro, la compu era un regalo.


Del amor a las penas de amor, al odio, al rencor, a la indiferencia y al olvido hubo para mi un lapso de más o menos seis meses. Para una relación de tantos años dejé de amarlo relativamente pronto, pero seguí llorando más que nada por el desperdicio de tiempo empleado a su lado, hasta que se me pasó y entendí que no tenía la culpa de haber dejado de amarme, y solo era criticable la forma en la que manejó nuestro final.


Hoy no le guardo rencor y hasta me da un poco de pena que un flaco de 22 años (creo que tenía esa edad cuando nos separamos) no haya sabido manejar con altura una ruptura, pero analizándolo fríamente no me extraña, porque siempre fue igual en todos los aspectos de su vida.


Con los años supe otras cosas sobre él, pero como el blog es mío no vale la pena contarlas. Yo creo que todavía me odia y no entiendo por qué. Por mi parte le deseo que sea muy feliz con su familia y si me preguntan no le guardo ningún tipo de sentimiento y hasta recuerdo con cariño los buenos momentos vividos.

2 somatizaron conmigo:

Ela dijo...

Y señoras y señores, llegamos al fin del relato...
Si me situo en la linea de tiempo faltan 3 años y medio para ponerme de novia con Charly, y todavia hay mucha tela por cortar...

NaRa dijo...

Nunca tienen altura para manejar la situación Ela!!! jaja lamentablemente son hombres.... que se le va a hacer.

Besotes, buen finde!

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