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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Arroz con Leche

“Arroz con leche, me quiero casar con una señorita de San Nicolás, que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar…”


Esta canción es una de las tantas con la que crecimos la generación del 80… Nos hacía parecer demasiado simples las tareas hogareñas. En mi caso, no se coser, ni bordar ni soy de San Nicolás pero en los últimos meses tuve que aprender a abrir la puerta de mi departamento para que mi perrita pueda ir a jugar.

También tuve que poner en práctica los secretos higiénicos de mi madre e inventar los propios… Fórmulas mágicas para dejar los vidrios sin vetas, las sábanas perfumadas, las hornallas brillantes y un sin fin de etcéteras.


Me reconozco una enferma del orden y la limpieza, lo que nunca me imaginé fue que tomara tanto tiempo y esfuerzo mantener una casa reluciente. No es solo cocinar, barrer y lavar los platos, pero aunque así lo fuera solo las amas de casas con presupuestos que impiden contratar ayuda saben cuánto tiempo toma.

Cuando recién me mudé viví un tiempo “sola” por lo que las tareas del hogar eran exclusivamente mías. Los sábados a la mañana limpiaba en profundidad y todos los días cuando llegaba del trabajo repasaba alguna cosita. El olor a Poet y las cosas en su lugar me brindaban un placer que no se describir y actualmente extraño.


Dos meses después las visitas diarias de mi novio se formalizaron en convivencia, y con él llego su ropa, sus libros y su batería. Debo reconocer que trajo poco el pobre, ya que cedió casi todas sus pertenencias a su familia, pero de todas formas hubo que hacer espacio en el placard, en los estantes y hasta deje de dormir en el medio de la cama. Eso fue lo más fácil, una sola noche semanal no te da mucho margen a acostumbrarte a las dos plazas del sommier.


El problema no fue su presencia, sino su desorden. Creo que es una característica innata de los hombres: no saben respetar el lugar de las cosas. Y lo que es peor, suponen que un séquito de duendecitos guardan todo en su lugar cuando se van a dormir. Bueno, los duendes no existen, soy yo! Informarles esto es más o menos como decirle a un niño que Papa Noel no existe y que no recibirán más regalos ahora que el misterio ha sido develado. LOS DUENDES NO EXISTEN, ENTONCES COLGÁ LA CAMPERA, GUARDÁ LA ZAPATILLAS, PONÉ LA MESA O AYUDÁ EN ALGO!


Todavía no estaba del todo claro este punto cuando decidimos adoptar una perrita. La buscamos como si adoptáramos a un niño afgano. Al no ponernos de acuerdo con la raza, optamos por un perro “marca nada” para darle un hogar a uno de tantos animalitos que nadie quiere por falta de pedigree. Terminó siendo una perrita mestiza, fruto de una cruza no deseada, de otros perros sin raza y así sucesivamente en su árbol genealógico.


Nos cambió la vida. Especialmente a mi.

Era yo quién estaba en casa todo el día sufriendo las consecuencias de un nuevo ser que me cambio la vida, que lloraba, hacia sus necesidades por todos lados, estrenaba sus dientes y reclamaba atención. Su presencia implicó nuevas rutinas de limpieza entre otras. Ya la casa nunca más estuvo reluciente.


Han pasado algunos meses y Mía ya sabe qué lugar tiene designado en la casa para sus necesidades aunque a veces de olvida y hace en cualquier lado. Pasaron también muchas charlas con mi novio y no le quedo otra que sacarla a pasear él también y ayudarme a limpiar sus desastres.


A cambiar las sábanas, pasar un trapo a los muebles, barrer y trapear, limpiar el baño, los vidrios, acomodar la ropa, lavar algo de ropa a mano y llevar a lavar otro tanto, limpiar el horno, hacer las compras y cocinar se le sumo limpiar pis y caca de la perra, barrer a diario porque esta cambiando el pelo y sacarla a pasear en un intento de que aprenda a hacer afuera.


El punto es que mantener un hogar presentable toma mucho tiempo y se reconoce poco. Mis amigas me llaman Monica Geller, y tienen razón, porque me encanta limpiar no por el acto en sí sino por deleitarme con la casa limpia una vez finalizado. El tema es que ahora limpio con la misma o más frecuencia que antes y no se nota la diferencia y la única solución que encuentro es recibir ayuda.


No da estar en cuatro patas limpiando el baño mientras mi novio chatea. Tampoco da limpiar todo cuando él no esta y que a penas pise la casa deje todo tirado. Menos que menos da que cuando le pida ayuda su respuesta sea “tengo que estudiar” pero no lo haga…


Es el eterno problema de comunicación entre hombres y mujeres. Parece que hablamos distintos idiomas y que para entablar diálogo deberemos aprender el suyo, ya que enseñarles el nuestro es imposible. No porque sean tontos, sino por cómodos y oportunistas.


Por más que me queje solo puedo seguir limpiando mientras pido ayuda y tal vez un día de tantos la reciba. Eso o dejar que la casa de caiga a pedazos... No hay chances, definitivamente la primera opción.


Conclusión: mi novio sigue siendo ese niño que conoce la mentira de Papa Noel, pero se hace el tonto y sigue escribiendo cartitas para Navidad. Y por las dudas, dos semanas después les deja agua y pasto a los Reyes.

5 somatizaron conmigo:

Anónimo dijo...

ay malditos duendes que no existen y no dejan la casa reluciente! como papa noel q tampoco existe y te tenes q pelear en los dias previos de navidad con una señora q se empecino en llevarse la ultima remera decente como vos claro esta!

Ela dijo...

jajaja gracias amiga, mucho del material de este post son expresiones tuyas, sabias palabras en el mar de las mujeres incomprendidas...

Lina dijo...

y la pregunta del millon...¿quien esconde el pastito, vacia el agua y dice..."HUY!! no dejaron nada!!!!"?

Anónimo dijo...

Bueno amiga.... paso a decirte lo siguiente:
Lamentablemente, has perdido un tiempo valioso, que es el previo a la convivencia, ya que es el mejor tiempo para dejar las cosas en claro; cuando digo "cosas" me refiero a las formas de colaborar, tanto en las tareas como en el aporte económico. Sabiendo que me esperaba un largo año antes de concretar la convivencia (que dicho sea de paso aún no llegó) decidí llevar a cabo un trabajo de concientización, sobre que las tareas serían compartidas, y por suerte nos entendimos (espero que sus palabras se conviertan en hechos a partir de octubre del 2010)
Por lo pronto, me parecería piola que le expliques que ese también es su hogar y que lo que él no haga no lo va a hacer nadie.... aunque entiendo que en el medio tengas que morderte al lengua por no poner el grito en el cielo al ver un tendal de ropa en el trayecto living, cocina, comedor.

Besos

Ela dijo...

Solo quiero decir que el viernes vino el técnico a instalar el aire acondicionado y lógicamente la casa terminó hecha una mugre. Se fue muy tarde, y eran las 23:30 cuando yo pasaba un trapo a los muebles mientras mi novio, sentado en el sillón y acariciando a la perrita, me daba charla... Y lo que es peor, tengo que agradecer que no se haya ido a dormir!

Sin palabras

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